Y se nos fue la vida amándonos. Jugando las tardes en el pasto. Mirándonos a los ojos, llorando, riendo, envueltos en el calor tibio de las tardes de San Luis. No aprovechamos el tiempo creando, ni aprendiendo ni viajando. Nos dedicamos a dejar pasar las horas mientras el día se hacía de gritos y quejas y abrazos y caricias. Intentamos en vano hacer cosas de esas que la gente dice que son importantes. Incluso en esa búsqueda nos seguíamos mirando a los ojos, nos distraíamos entre chistes codificados y cenas cómplices. Una tarde sin lluvia, el momento menos importante del día. Un miércoles de la vida.
miércoles, 17 de abril de 2019
Suscribirse a:
Entradas (Atom)