jueves, 22 de agosto de 2013
Conversación entre dos monjes tibetanos
Monje 1: - Yo creo que es mejor meditar en un lugar calmo, como una caverna o la cima de una montaña perdida.
Monje 2: - No, yo creo que es mejor meditar en un lugar bullicioso, como en el medio de una ciudad muy poblada o la intersección de unas calles céntricas.
M 1: - No, es mejor meditar en un lugar calmo, donde los ruidos de la humanidad no te molesten, para lograr así el máximo estado.
M 2: - Bueno, creo que meditar en la cima de una montaña o en una caverna es fácil, así cualquiera medita.
M 1: - Cómo? No es fácil. Uno tiene que buscar el lugar correcto donde hacerlo y donde mejor se encuentre en contacto con la naturaleza.
M 2: - Ja! Contacto con la naturaleza. Meditar consiste en aislar la mente y, justamente, en no estar en contacto con nada. Es muy fácil salir a caminar, subir un montecito, cruzar un bosque y sentarse a meditar entre el canto de los pájaros y el sonido de las hojas. Te invito a hace ese esfuerzo en un centro comercial repleto de niños corriendo por todas partes; con sonidos de máquinas traga-monedas y anuncios luminosos.
M 1: - Pero porqué debería hacer yo ese esfuerzo si son esas cosas de las que quiero huir cuando medito.
M 2: - Porque es, en efecto, ese entrenamiento el que te permitiría sustraerte absolutamente en cualquier situación, y no tu meditación estilo Blancanieves.
M 1: - Me parece notar cierto sarcasmo respecto de mi estilo de meditar.
M 2: - Y no te equivocas. Me voy dando cuenta que tus capacidades meditatorias son muy inferiores a las mías.
M 1: - Palabras! Deberías saber que soy meditador nivel siete, doceavo dan.
M 2: - Eso no existe. Infinito.
M 1: - Alguien aquí se está comportando como un niño.
M 2: - Seguro. Alguien aquí dice que meditar entre arbolitos y conejitos es mas poderoso que mantener el control en el medio del caos. Te deberías de enterar que he logrado meditar sobre la turbina de un avión de pasajeros durante dos semanas; además de primer lugar en el maratón de meditación Barcelona ’92.
M 1: - Mi equipo se inscribió en ese maratón y hasta donde sé fue cancelado. Me parece que me estas mintiendo.
M 2: - Me estas llamando mentiroso? En este mismo instante voy a mi casa y te traigo la foto y la medalla.
M 1: - Bueno, la verdad no recuerdo si fue Barcelona ’92 o ’93. Pero ese no es el punto. Y no veo porqué discutir por cómo meditar. Yo simplemente te estaba compartiendo mi punto de vista.
M 2: - Eso dicen los que no saben meditar.
M 1: - Me estas cansando.
M 2: - Y qué piensas hacer? Meditarme?
M 1: - Estaba pensando meditarte hasta que se te revuelvan las ideas.
M 2: - Yo podría meditarte tanto que no sabrías si eres tu o yo. Y entonces terminarías meditándote a ti mismo en la inmensa confusión. Doblemente.
M 1: - ...
(llega Monje 3)
M 3: - Qué hacen?
M 1 y M 2: - Meditamos.
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